Política pambolera
- Arturo Hernández
- 10 may 2018
- 3 Min. de lectura

Relojes, gorras, pulseras, mochilas y por supuesto las emblemáticas playeras forman parte de los souvenirs que no le pueden faltar a ningún aficionado del futbol o de la política...al menos así es México. La política y el futbol tienen más de una cosa en común en nuestra cultura, algunos lo toman como un juego, otros como un simple tema de conversación y no falta quien agrede al otro porque no sabe perder, le jugaron sucio o simplemente porque piensa diferente.
Cada una de las disciplinas creó desde su lado de la cancha sus propios conceptos, los que visten de traje y corbata ampliaron nuestro lenguaje al crear el verbo “chapulinear”, quiere decir: jugar para el rival o cambiarse de partido político porque así le conviene. Algo similar ocurre cuando los clubs de futbol adquieren a un jugador de otro equipo, para que ahora juegue con ellos, en ambos casos el “chapulinear”, es lo opuesto de ‘amar a la camiseta’.
Por su parte el futbol agregó a nuestro diccionario cultural el verbo ‘cruzazulear’ que se utiliza cuando se está a punto de ganar pero se pierde en el último momento. El equipo al que se hace referencia lleva 20 años sin ser campeón, pero eso sí, en subcampeonatos (títulos de segundo lugar) ni quien le gane. Si hay alguien que conoce lo que es ‘cruzazulearla’ es el tabasqueño que va por su hat trick pero de elecciones ‘cruzazuleadas’ en 18 años de contienda, ya mero los alcanza.
México tiene dos rotundos campeones: uno que duró más de 70 años en el poder y otro con 12 títulos de primera división, no me olvido del rival de este último, sencillamente no es relevante para nuestra analogía; curiosamente las águilas y los revolucionarios institucionales tienen fama de ser los más tramposos en el juego pero campeones al final, cuentan con la afición más fiel, pero también irritante de la nación.
Pasemos al terreno de juego, si uno se pone a observar se da cuenta que el suelo no está parejo y que el balón tiende a deslizarse, casi mágicamente, a la portería de los rivales de dichos campeones, y es que no se puede combatir dignamente si tienes a los jefes en turno de tu parte o si el árbitro deja que los campeones cometan faltas o traten de engañar a todos con sus circos.
Pero no todo es injusticia y mentiras en estas prácticas, tienen un lado que aparenta de cómico, éstos son los autogoles. El equipo experto en esta jornada fue el equipo Bronco de Nuevo León con sus sentencias para los que jueguen sucio, que más que miedo nos causaron risa, aunque quien sabe que tan mal le hubiera ido a la leyenda de Maradona si el castigador Jaime lo hubiera visto anotar ese gol con la mano en los cuartos de final del Mundial de futbol en México 86, juego de manos es de villanos.
El momento cumbre, las finales, son esas en las que el mexicano exige que sean reñidas e incluso dramáticas, que provocan en más de uno, la necesidad de volverse experto en el tema, momentáneamente, ya que el resto de la temporada uno se desentiende de lo que está ocurriendo, quién ha sumado más puntos, quién perdió a un jugador o cuantas tarjetas y expulsiones se efectuaron durante el torneo, eso no es relevante, lo importante es ganar a cualquier precio.
Cuando el resultado final se acerca, los jugadores con el marcador en contra sufren y sudan la camiseta, pero no se compara con la agonía de la afición que observa detrás del televisor, la victoria llega a su deceso, a la par nace una nueva esperanza, la idea de que el siguiente torneo sí será el bueno, con el tiempo y bajo la cortina de la ilusión se olvida que el jugador ya cobró sus cheques por el motivo a candidato a la presidencia de la República 2018.
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