Mundial y Orgullo, ¿homofobia o justicia?, condena e impunidad
- Arturo Hernández
- 29 jun 2018
- 3 Min. de lectura

Este año le tocó a Rusia ser la sede del mundial de futbol, en el marco de este evento la Selección Mexicana se enfrentó el 23 de junio contra la Selección de Corea del Sur en lo que fue el segundo partido de cada una. Previo al encuentro los usuarios de redes sociales hicieron pública su intriga al darse cuenta de que podrían encontrarse a la comunidad LGBTTTIQA (Lesbiana, Gay, Bisexual, Travesti, Transexual, Transgénero, Intersexual, Queer y Asexual) con aquellos que apoyaban a la selección. Algunos apostaban que aquel suceso podría ser una gran fiesta, otros que podría ser un evento trágico.
Al final, este encuentro se dio gracias a que México logró vencer 2-1 al país asiático y como es costumbre la afición se dirigió al Ángel de la Independencia a festejar el triunfo coincidiendo con la marcha por el Día Internacional del Orgullo Gay que se llevó a cabo en el mismo lugar. Aquel encuentro fue más especulación que acontecimiento, aunque los pamboleros no se retiraron sin coordinarse para corear el famoso grito con el que ya metieron en problemas a la Federación Mexicana de Fútbol, que según ellos no es homofóbico pero que en este contexto no pudo tener otra connotación.
Posteriormente unos cuantos exteriorizaron su enojo en redes al demostrar que los asistentes a la marcha gay cometieron una falta a lo estipulado en la “Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales” al modificar los colores originales de la Bandera Nacional mexicana por el ‘arcoíris’ que caracteriza a la comunidad LGBTTTIQA. Estos últimos trataron de justificar su acción tachando a los que disfrutan del futbol como homofóbicos; publicaron imágenes del Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, izando la bandera de su país con una modificación similar a la que la comunidad gay hizo en México; otros expusieron a mexicanos que se encontraban en Rusia y que escribieron sobre la bandera mexicana sus ideologías políticas, o que faltaron al respeto a otros símbolos patrios cuando simularon “cogerse” a la bandera de Alemania porque México había vencido a dicha selección con resultado de 1-0 en su primer partido del mundial; por último recordaron que los aficionados habían hecho algo parecido al modificar la Bandera Nacional con el escudo de sus equipos como el Cruz Azul, Pumas, América, Chivas, etcétera.

Lo que es un hecho es que el desde el 08 de febrero de 1984 que se publicó dicha ley en el Diario Oficial de la Federación, define en el capítulo segundo, art. 3º las características de la Bandera Nacional, mientras que en su capítulo cuarto art. 7º explica que sin previa autorización de la Secretaría de Gobernación “Queda prohibido hacer cualquiera otra inscripción en la Bandera Nacional”.
Así que cambiar los colores de la Bandera Nacional, escribir sin autorización cosas que no tengan nada que ver con rendirle culto y cambiar el Escudo Nacional por el de un equipo de futbol son faltas a la ley, sin embargo, modificar la ley es posible para que podamos usar los símbolos patrios en la ropa como en Estados Unidos por ejemplo. Pero el núcleo del debate va más allá de lo jurídico, llega a un contexto social en donde ese grito en el Ángel revela que en México sigue existiendo la discriminación, que efectivamente el futbol mexicano tiene tendencias homofóbicas y que el centro de la discusión fue quién, cómo y para qué se usaron los símbolos patrios, puesto que de su ilegalidad no quedan dudas.
Aunque se haya descartado la legislación como el tema central, gracias a esto se puede observar que el incumplimiento de las leyes por unos cuantos se hace poco a poco una violación más generalizada, que quizás una sanción a tiempo evita un conflicto posterior y que la sociedad mexicana recurrió a la ley cuando se celebró la diversidad sexual, pero que cerró los ojos y se mantuvo en la impunidad al tratarse de futbol.
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